[CUENTOS] Susurros del Pasado

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    Si mira a un basilisco a los ojos, lo mata

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    Finalmente llegó a la hacienda de su abuela, no muy lejos del pueblo de Weymouth, Massachusetts. El olor húmedo del bosque y la gélida brisa daban la bienvenida de la noche se unificaban formando un tenso peso en los alrededores del pueblo de Weymouth, absorbido cada vez mas por aquella densa neblina. Polly simplemente no permitió que el tiempo pasara y se encaminó al interior de lo que sería ahora, su hogar. La puerta rechino al ingresar y el silencio acompaño su bienvenida como era de esperarse. La abuela Blum estaba en su etapa final y de la poca familia que le quedaba, era Polly quien tocaba cuidarla. Las maletas fueron dejadas al lado de la escalera mientras que la vista de la mujer recorría el lobby intentando recordar la última vez que visitó aquel lugar. Tiempo atrás, la casa parecía enorme ante ella, ahora mismo, se sentía como irregular, con muchos espacios pequeños pero no dejaba de ser grande. Cada escalón que daba para llegar al segundo nivel se acompañaban con el sonido agrietado de la madera, una anciana viviendo en una hacienda antigua, no podía dudar que no sería de los primeros sonidos que encontraría. Camino por el parqué hasta la última habitación y de un pequeño empujón a la puerta se encontraba la estancia de su abuela. La abuela Elizabeth Blum, más conocida como Beth Blum o los más cercano como abuela Blum. La anciana se encontraba apoyada en la cama doble que se posicionaba en el medio de la habitación frente al gran ventanal, un pequeño escritorio posaba a su izquierda y al lado de este, el armario. No había más que decoraciones de cuadros, lamparas o libros que se apoyaban sobre los muebles del lugar, una simple habitación.

    - ¿Quién anda ahí? - una voz agotada se escuchó desde la cama, era la abuela Blum quien parecía percatarse de la llegada de su nieta.
    - Soy tu nieta abuela, Polly. -dijo, mientras se acercaba a ella y le ayudaba a sentarse sobre la misma. - Estoy aquí, me quedare contigo un tiempo hasta que mamá pueda volver de su viaje.
    - Oh, Polly... no tenías que venir, estoy acostumbrada a vivir sola... puedes irte. - las palabras de la abuela sonaban cálidas a pesar de su mensaje, Polly le quedo mirando extrañada ya que su abuela siempre se alegraba de verla y querer estar sola no solía ser algo propio de la misma.
    - Me quedare un rato y me iré ¿Si? solo quiero que no te falte nada... - pronunció en respuesta tras el mensaje de la misma mientras se volvía a acostar, tras ver que cerraba los ojos, Polly se levantó y camino en dirección a la puerta - Haré la cena, regresare a despertarte.

    No paso mucho para que Polly llegara a la cocina, tomó su varita y tras sus dotes en la cocina las ollas empezaron a moverse de un lado a otro hasta quedar sobre la estufa y esta prenderse. La muchacha se acercó a la alacena esperando poder encontrar un poco de hidromiel o calabaza, le apetencia ambas opciones sin embargo, solo encontró un frasco de hierbas secas y por lo otro, nada. Rebusco en los cajones de la misma y entre telarañas y polvo no hubo más, lo extraño del asunto fue suponer que su abuela se alimentaba en un local cercano de la zona, como un Pub Mágico que era conocido a unos kilómetros pero la cuestión se presentó al ver que su abuela apenas podía moverse y aparecerse no solía ser algo seguro para la misma... Fue entonces que la mente de Polly por un momento quedó en blanco.







    Tras volver en sí, simplemente pensó que habría algún conocido que le ayudase en su alimentación, sabía que su abuela era una mujer reservada y hacerle preguntas solo le incomodaría más. Tras tomar uno de sus bollos de Bath que había traído consigo por el viaje, subió para entregarle uno a su abuela y el otro con ella, aprovecharía la ocasión para preguntarle sobre la ausencia de alimentos. Sin embargo, al llegar a su habitación un frio recorrió su cuerpo al no ver a su abuela en la cama, se acercó por si se había caído pero no había nada. Salió al pasillo y gritó su nombre, sin respuesta. Bajo al primer nivel y tampoco había rastro. Deslizo su varita y en su pensamiento la ubicaba a ella, su varita le guio. Salió por la puerta que daba a la Avenida Lee y a la lejanía vio su figura alejándose tras la carretera arrastrando la maleta que Polly había traído consigo.

    Corrió acercándose a ella y al estar cerca su abuela la empujo tras un Flipendo lo cual llamó la atención de la nieta al verla hacer magia contra ella y en público a pesar de no haber nadie por la zona, o eso creía. Polly tomó su varita que había perdido al caer por el impacto y sin creer la acción de su abuela se volvió a levantar aun atónita. Su abuela mantenía la varita en alto y le miraba fijamente aun con un porte debil.

    - Regresa... yo, yo me iré. No podemos estar las dos en el mismo lugar... -dijo acompañada de sus débiles palabras que parecían rectas pero no lograban ser entendidas por Polly ¿A qué se refería? La mujer se acercó a la anciana y le tomo de la mano bajando su varita.

    - ¿De qué estas hablando abuela? - dijo intentando descifrar sus miedos y dejar que sus dudas se presenten - ¿Porqué no comes? ¿Alguien te trae la comida? Cuéntame... ¿Qué sucede?

    - Polly... Oh, mi Polly... tu tiempo se detuvo apenas entraste a esta casa... tu presente, pasado y futuro ha sido perdido. No existe más tiempo que siga, estamos en el limbo y nadie nos puede sacar de aquí, la ausencia del tiempo poco a poco te hace perder la importancia en todo.

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    Fue entonces que el silencio y la soledad empezaron a reinar en aquel páramo del olvido, donde ella sería borrada de la historia como si fuese el destino quien reclamaba ese final, tanto como el de ella y el de su abuela... una maldición para su familia que estaba escaseándose. Polly Blum, una chica sin pareja con pocos amigos y una familia pequeña. Su final era terminar en la casa Blum donde alguna vez ella pudo vivir de una manera normal, una caden de pensamientos simplemente golpearon enseguida, no había un final más trágico que ese. ¿Qué pensarían de ella? Nada... simplemente, ha sido borrada. Hay momentos en los que, incluso para la mirada serena de la razón, el universo de nuestra triste humanidad puede adoptar la apariencia de un infierno, pero la imaginación del ser humano no es ninguna catarsis. La ausencia del tiempo reinaría desde aquel momento y no sería más ya que estaban en su reino.



    Fin






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    Aprovechando la suerte de estar solo en el dormitorio de Central Park, colgó el cinturón del enrejado de la ventana e intentó ahorcarse. Pero al tratar de introducir el cuello en el cinturón, lo asaltó el miedo a la muerte. No temía el dolor físico que se siente en el instante de morir. Sacó por segunda vez el reloj de bolsillo y decidió hacer la prueba de medir el suicidio por ahorcamiento. Entonces, después de una breve agonía, todo se volvió confuso. Si fuera capaz de superar al menos ese paso, sin duda alcanzaría la muerte y quizá convertirse en el señor de la misma. Consultó las agujas del reloj. El sufrimiento había durado más de un minuto y veinte segundos. Las tinieblas reinaban más allá de la ventana enrejada. Pero, de repente, la oscuridad fue quebrada por el canto fogoso de un gallo.






    Edited by Kaeilish - 31/3/2022, 05:08
     
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